lunes, 22 de diciembre de 2014



Pocas veces las luces de un escenario se han encendido para mí, aunque me llamen artista. Sin embargo, las del quirófano se han encendido unas cuantas. Es la primera vez que hago ésto. La primera vez que escribo sobre mis males internos. Los físicos, supongo, porque sobre el amor, el desamor y la soledad he debido escribir muchas veces.

Aunque esta debe ser la primera vez que hablo sobre ello sin esconderlo en un papel que jamás ha salido a la luz, o que ha quedado atrapado en conversaciones por chat. Debe ser también la primera vez que lo expreso sin metáforas. Escribir me relaja, me hace dejar de usar los caminos de la mente en un recorrido que no tiene fin. Al menos los puntos finales cuando escribo me sirven para decir ¡ya basta!

Mañana entraré en un quirófano por octava vez. Entre tantas veces, alguna vez pensé que entraría para ser madre, aunque cambiase ese espacio por un paritorio. Pero no, sigo entrando para lo mismo, para que me quiten cosas. Esas cosas que por añadido nacieron conmigo o que se fueron uniendo a mí para después irse lejos (a un cubo de basura o a un laboratorio, las ratas terminan siempre en los mismos lugares).

Quizá mañana entre para la operación menos complicada de todas, aunque sí la más dolorosa, que me dejará de nuevo marcada. Una vez vi una imagen del torso de Andy Warhol totalmente rasgado. A veces pienso que no voy a parar hasta verme así. Aunque por dentro muero de miedo, un miedo supersticioso, gafe o lleno de masoquismo. Aún no he sabido determinar qué le pasa a mis pensamientos para llevarme una y otra vez hacia la catástrofe. 

He estado un año pidiendo una tregua, como aquella que me tuvo desde 2003 sin pisar un quirófano, no ha podido ser. Cierro un año capicúa. Entré en enero para quitarme una piedra que estaba fastidiándome un riñón sin hacer ruido, mañana entraré para que me quiten un papiloma del pecho, ya me está doliendo la mamografía para el momento en que me introduzcan el arpón.

Bromeando con Patri hemos pensado si no podrían ponerme música, como la que ahora escucho mientras escribo este post. He dicho, bueno, ya que me van a tocar la mama, al menos que enciendan unas velitas, que me sirvan una copa de vino, que haya un poco de romanticismo. Con la sonrisa de esta tontería pasando por mi mente, me voy a la cocina a tomar un vaso de leche con galletas, que a las doce tengo que empezar el ayuno. ¿Alguien sabe por qué siempre se comienzan los ayunos a las doce de la madrugada? Yo debería saberlo, después de tantas veces...










4 comentarios:

  1. Te acabo de leer y no puedo nada mas que desearte suerte... No nos conocimos mucho en persona pero eres de esas personas que da la impresion que la conoces de toda la vida y le tienes cariño... Espero y confio en que vaya todo bien .No tengas miedo ya que no es la primera vez ... Aprendi con el tiempo que todo pasa por algo, y seguro que te esperan cosas mejores despues :) ya nos contaras :) Que tengas Feliz Navidad y te deseo que esta vez sea la ulktima que veas un quirofano ya no te hara falta mas , Un abrazo muy fuerte Gema :) y mucho,mucho ANIMO .

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  2. Ánimo, y a ver si por fin consigues una tregua indefinida... excepto para visitar el paritorio.

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  3. Los profesionales de la salud cuentan con el conocimiento y experiencia necesarios para recomendar tratamientos y rutinas que pueden aliviar y eliminar los males, brindando bienestar y calidad de vida.

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