Uno de los días de nuestra estancia en Marruecos fuimos a conocer el
Valle de Ourika, al menos su zona más próxima. Un mundo aparte un poco
alejado de la bulliciosa Marrakech (que vendría a ser lo que para los
madrileños es nuestra sierra), lugar donde pasan el verano o escapan los fines de semana. Gracias
al río y al clima de montaña, es un sitio muy agradable, con espacios
curiosos como los chiringuitos con sofás que se sitúan en varios puntos
del paseo fluvial.
Los pueblos, con sus
casas de adobe,
mantienen también las temperaturas. Son alojamientos humildes con pocas
comodidades pero turísticamente muy atractivos, por lo menos para los
españoles por el recuerdo a nuestros pueblos hace años. Hospitalarios,
nos mostraron la ceremonia del té e invitaron a pan con miel, aceite y
mantequilla casera.
En el valle de Ourika también se encuentran las
cooperativas de aceite de argán.
Allí trabajan mujeres divorciadas o en situación de exclusión social,
trabajando las semillas para conseguir de manera artesanal ese aceite de
sabor tan preciado, además de otros derivados para el uso cosmético.
A
continuación os comparto imágenes de ese paseo por el Valle de Ourika,
muchas de ellas tomadas desde el propio autocar, pero que quería mostrar
porque nos sitúan dentro del paisaje, de sus curiosidades y
las costumbres de la cultura Bereber.
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Carnicería |
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Cocina en la casa típica Bereber |
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Pan, mantequilla casera, miel y aceite |
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Ceremonia del té en una casa típica Bereber |
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Nuestro compi Rafa partiendo pan en la casa típica Bereber |
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Mujer en la coperativa moliendo las semillas para conseguir aceite de Argán |
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Estampa típica del Valle de Ourika |
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Típicos puentes de madera |
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Lo más singular del Valle de Ourika, los sofás a lo largo del río |
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Tajines típicos |
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Adolescentes jugando con el agua |
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De las pocas florecitas que vimos |
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Trabajos en el campo |
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Ellos también se echan siesta |
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Tienda de ultramarinos y surtidor de gasolina |
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Trabajos de carpintería |
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Antes del comienzo de la subida a Ourika |