La fotografía social, es decir, la dedicada sobre todo a bodas, comuniones y bautizos, estuvo décadas existiendo bajo una misma situación. Básicamente, la mayoría se realizaba a través de estudios con tienda física.
Se realizaba un mismo proceder, con un mismo tipo de fotografía y un mismo formato de salida, el de copias impresas que se vendían y el de álbumes donde podían pegarse dichas fotografías.
Con la llegada de la era digital y la democratización de la fotografía asistimos, a partir de la década de 2010, a una burbuja en el mercado cada vez más pronunciada. En ese momento todos querían ser fotógrafos. Todos dejaban sus puestos de informático y otras profesiones, que en un momento estuvieron compaginando y que finalmente optaron por dedicarse a su gran pasión a tiempo completo.
Pero, a la vez que surgían más profesionales fotógrafos, crecía la compra de cámaras de gama media y la afición de muchas personas, favoreciendo la no contratación del profesional. ¿Por qué? Porque se le estaba dando un valor a la tecnología frente al valor de la experiencia profesional. Es decir, se pensaba que por tener una buena cámara ya se podían hacer fotos.
Una idea que básicamente estuvo presente desde el comienzo de los tiempos de la fotografía. Los que tenían estudio fotográfico eran quienes disponían de un equipo profesional que el cliente no poseía. Con la llegada de la fotografía digital, esa democratización hizo que cualquiera pudiese optar a un producto con el que hacer mejores fotos, cuando la realidad era otra.
En estos momentos pienso que se le vuelve a dar valor al profesional de la fotografía. Y, pese a lo que otros puedan pensar, el smartphone de hoy en día ha tenido bastante que ver. En un tiempo en el que todos disponemos de buenos móviles con el que hacer fotografía, la inversión en cámaras semi profesionales ha quedado a un lado. Pero, la gente piensa que el móvil no es lo suficientemente bueno para realizar un trabajo profesional y se opta de nuevo por contratar a un fotógrafo experto. ¿Por qué? Porque es quien tiene una buena cámara.
Y ahí es donde estamos todos equivocados. Pero sí creo que se vuelve a dar valor al fotógrafo. O al menos es mi sensación, por el tipo de trabajo que me contratan y las conversaciones con clientes.
Y tú, ¿qué sensación tienes?