Por fin y después de veintimuchos años tuve ocasión ayer de acercarme a la Pradera de San Isidro. Lo cierto es que se agredece, pese a la aglomeración, ver muestras de reunión entre familiares y amigos. Ver caras de alegría, el olor de la parrilla, los chotis improvisados, la gente vestida de chulapa, el sentir madrileño junto con la mezcolanza de otros países, de otros rincones.
He aquí un reportaje de fotos, podéis ver el libro que he preparado junto con cuadros goyescos en Issuu, espero os guste, así como la galería completa en Flickr.
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