
Hoy se cumple un año de mi primera visita a Nueva York. Manhattan, ese pedacito de tierra repleto de rascacielos que ocupaba un lugar en mis viajes soñados. A una ciudad así habría que hacerle un homenaje todos los días. Fascinante, bulliciosa, tranquila a través de rincones escondidos a la gente, al tráfico, fotogénica, magnética, hipnótica. Un lugar para pasear sin ser visto. Un lugar para soñar despierto cuando cae la noche. I love New York, forever.
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