domingo, 11 de noviembre de 2012


Este otoño me sabe a poco. Apenas me topo con hojas caídas a mi paso por la ciudad. No siento el olor a tierra mojada, sólo siento el asfalto. Las tardes de chimenea tras caminatas por el campo ya no existen en mi vocabulario. Se extinguieron cuando me hice mayor. Crecí. Aunque por mis actos me siento más adolescente que nunca. Recuerdo tal día como hoy hace cinco años, si mi memoria no me falla, daba mi último paseo por un Lyon cubierto de una alfombra de hojas secas. ¡Aquello sí que era otoño! Mis zapatos se hundían a cada paso como lo hacen las botas en la nieve. Como lo hacen los dedos sobre la arcilla húmeda. Suavemente. Me mata. Saber que llega el invierno y no he dejado caer mi cuerpo sobre la hierba. Arropándome. Con las hojas caídas de unos árboles que quedan desnudos como lo hace la gente en la playa cuando llega el verano. De la primavera mejor no hablamos. Mejor lo dejamos para cuando florezca. Y no estoy hablando de mí sino de las flores.

2 comentarios:

  1. Preciosa la foto, Gema! Sólo que la veo un pelín plana, quizás le hubiera dado un toque más de contraste o de oscurecer los negros... Sea como sea, así transmite mucho! (: Un saludín!

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  2. Hola Mónica! La verdad es que lo primero que hice fue darle más contraste pero perdía ese toque de suavidad que me gustó al ver la estampa en directo. Así que opté por dejarla plana pero más soft. En todo caso, me alegro que te haya gustado. ¡¡Muchas gracias!! :)

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