
Hay veces que el tiempo parece detenerse en un callejón sin salida donde no hay valla rota ni agujero por donde escaparse. Nuestros miedos se intensifican, nuestra mente no quiere despertar de esa agonía, por mucho que lo intente, se niega. La pereza por conocer nos invade. Queremos que las cosas fluyan solas, pero también sentimos vértigo. Entonces llega ese día en que todo se acaba en un atardecer, pero empieza de nuevo la vida. Las ganas de vivir y de sentir cosas que yacían olvidadas en un pozo sin fondo salen a relucir con más fuerza que nunca. Empieza un fin de semana perpétuo cuyo final sólo está marcado por lo que aguanten nuestras ilusiones por seguir viéndonos. Y así lo dejamos en puntos suspensivos, porque aún nos queda cuerda para rato.
Que foto mas bonita, un contra luz muy tierno
ResponderEliminarMuchas gracias, Óscar !!
ResponderEliminar